domingo, 20 de noviembre de 2011

EL TESORO


     Esta es una pequeña historia que ocurrió, a orilla de una pequeña laguna artificial, que se encontraba a las afuera del pueblo.
     Cierto día,  Adolfo un joven muchacho campesino del lugar, se dispuso como todas las mañanas,  salir a trabajar al conuco de su abuelo.
     Siempre que pasaba cerca de la laguna, sentía voces que lo llamaban, el volteaba a todos lados y no veía  a nadie.
    Intrigado por aquello, un día hablando con su abuelo le comenta lo que esta pasando, este le aconseja que cambie de camino, el muchacho le responde a su abuelo,  ese es  el camino más corto para llegar al conuco.
    Entonces el abuelo le sugiere, que cuando lo llamen no voltee para ningún lado y si es posible se ponga a silbar  ó se tape los oídos, el muchacho intrigado le pregunta a su abuelo.
    Viejo ¿Pasa algo hay?  El Viejo se queda en silencio y le responde nada, el muchacho no convencido por la respuesta de su abuelo, insiste en preguntar, y este le responde algún día lo sabrás.
    Una mañana muy temprano, salió Adolfo para el conuco, y su abuelo lo acompaña, ya llegando al paso de la laguna, el Viejo le recuerda a su nieto que vea lo que vea sienta lo que sienta no voltee para ningún lado,.
    Así  lo hizo,  el muchacho siguió caminando al lado de su abuelo, cuando de pronto una bella mujer salió de las orillas de la laguna, y   pregunto ¿hasta cuando me tienes castigada en este lago, es que no merezco cristiana sepultura? - El Viejo atónito por la impresión se quedo sin habla por un buen rato y hasta perdió el conocimiento.
    Adolfo, como pudo cargo a su abuelo hasta la casa,  una vez restablecido le pregunto, ¿Abuelo quien es la joven mujer de la laguna?  Este se quedo en silencio y luego  respondió, esa es una historia muy larga de contar, te prometo que te la cuento otro día, déjame hoy descansar.
   Adolfo intrigado le cuenta a su padre lo ocurrido, este preocupado y triste se le acerca   a su padre y le dice ¡papá!,
no crees tú, que mí madre debe descansar en tierra santa y dejar de penar, yo creo que es hora que la perdones.
   El Viejo con lágrimas en los ojos le responde, bueno hijo sácala y dale cristiana sepultura.
   El Padre de Adolfo le dice a su hijo, mañana muy temprano te vas al pueblo,  le dices al padre Jacinto que después de la misa pase por aquí, que quiero hablar con el.
 Eso hizo el muchacho, muy tempranos fue al pueblo para llevarle la noticia al sacerdote.
   El sacerdote una vez terminada  la misa se dirigió a la casa del papá de Adolfo, allí hablaron por largo rato, luego  se dirigieron a las orillas de la laguna, regresando con un saco lleno de  huesos, cuando lo pusieron en el suelo del rancho del abuelo de Adolfo, este se arrodillo y le pidió perdón a la mujer por la falta cometida.
Salieron todos rumbo al cementerio a enterrar  los huesos de la pobre mujer,  cuando estaban terminando de enterrarlos, la mujer se apareció para dar las gracias y decirle al abuelo de Adolfo, que la culpable   de su desgracia, había sido su ceguera por no haber creído en ella, que ella era inocente de la calumnia de su comadre Pancha.
    El Viejo con lágrimas en los ojos pidió  perdón,  en forma repentina cayó al suelo muerto.
    Adolfo intrigado por no saber lo que estaba pasando, le pregunta al padre ¿que sucede?,  este le responde, ya mis padres descansan en paz, uno al lado del otro, hijo esta es una historia muy dolorosa para mi, pero te prometo, que mas adelante, te la cuento toda, lo que si quiero es que nunca dudes de la mujer que ames y que te corresponda con su honestidad.
    
             





 

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