Cierto día,
una señora sale alarmada para la iglesia, para decirle al sacerdote, que
dentro de su casa hay algo raro, que las cosas de la cocina vuelan por todos
lados, y que no sabe que es.
El sacerdote muy preocupado,
por lo que le comento la señora, acude a la casa de está, para ver que sucede.
Cual seria la sorpresa del
ministro de la iglesia, que sin ver a nadie, vio y sintió como un florero lo lanzaban
por los aires.
El impresionado, busca ayuda con
otro sacerdote, que era estudioso de los fenómenos paranormales.
Y
deciden ir a la casa de la señora, para presenciar lo que pasaba, cuando el
sacerdote entra a la casa, un olor de rosas y jazmín los recibe, luego se les
presenta una hermosa mujer, que salió del patio.
Esta hermosa mujer, les pregunta.
- ¿Qué van a buscar?
Ellos
atónitos le responden, - ¿Tú quién eres?
Ella responde,- la dueña de esta
casa, hace muchos años que vivo aquí, yo soy la marquesa D´Elai.
Y como
osan ustedes profanar mí descanso.
Ellos le responden,- que esa casa es de una
humilde señora viuda, que no posee mas vienes que esa casa, y que la habita
desde hace 40 años.
La mujer enardecida comienza a pegar
gritos y a tirar cosas encima de los dos
clérigos, quienes en forma violenta salieron de la casa.
Muy
interesado uno de los sacerdotes, comienza a investigar, cual era el
origen de esos terrenos y descubre, que realmente pertenecieron a una marquesa
D´Elai, y que se remonta su origen a doscientos años.
El Sacerdote, una vez que conoce el
origen de los terrenos, se dirige nuevamente a la casa de la mujer, para
contarle su descubrimiento, pero no la consigue, ya que tuvo que mudarse a casa
de una comadre, porque los fenómenos, no
permitían que nadie estuviera tranquilo en el lugar.
El sacerdote, que estudia el caso
decide entrar, a la casa de la viuda y
nuevamente el olor a Rosas y Jazmín lo bañan con su aroma.
Se le presenta el espíritu de la marquesa, y le pregunta,-
¿que la
ata ha este lugar?,
Esta le responde, -que tiene un dinero y unas
joyas enterrados, y que tiene que dárselos a alguien, pero que la persona,
tiene que darle a cambio otra alma, para que quede en su lugar.
El
sacerdote, comienza a intercambiar
palabras con la muerta y llegan a un acuerdo.
Le dijo, donde estaban las joyas, con una
condición, que tenia que hacer nueve misas, y repartir el entierro, con nueve
personas pobres, y que si no cumplía el pagaría por eso.
-Así
fue, el sacerdote saco el entierro, mando hacer con varios ministros las misas, pero no repartió las
joyas con los nueve pobres.
En forma
extraña, el sacerdote murió. Y comentan las personas que pasan por el lugar,
que ven a un sacerdote, cavando en noche de luna llena, en el patio de la casa
parroquial.
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