lunes, 1 de noviembre de 2010

Las Vacas de Piedras, Cuento

LAS VACAS DE PIEDRA Entre los pueblos de Yagua y San Diego, en un sector que llaman La Luz, se desarrolla la historia que hoy les narro. Para los años de 1817 existía en el lugar, una gran y fructífera vaquera, decían que tenía más de cincuenta mil cabezas de ganado. La vaquera era de un español, muy mal encarado, de sentimientos muy mezquinos. Tenía como capataz a un asesino, ya que cuando un peón no obedecía simplemente lo mataba y lo enterraba en la zona, ni sus familiares sabían más de él, ya casi nadie, quería trabajar en la vaquera del Español, como se conocía. Cierto día un forastero, paso por el lugar, llevaba hambre y mucha sed, se detuvo a pedirles una hogaza de pan y un poco de leche, y el capataz que se encontraba cerca de la talanquera le dijo, aquí no hay ni leche ni pan. Cuando el pobre anciano dio la espalda, derramaron dos cantaros llenos de leche y se echaron a reír, burlándose del pobre hombre. Ya eran como las doce del día y el anciano dijo, “Dios quiera se conviertan en piedra”. Desde ese momento, nadie más supo de la vaquera del español, solo se divisaban desde el angosto camino, unas grandes piedras en forma de vacas echadas, figura de hombres a caballo. Pero en noche de luna llena, se divisan con vida esos animales se sienten vacas mugir, caballos relinchar y hombres hablar. Presos de la maldición dicen que están, ya casi nadie en el lugar habla de esta historia, solo cuando estaban haciendo la autopista los obreros que trabajaban por hay, oyeron y sintieron personas y animales quejarse cuando estaban dinamitando la zona. Encontraron cadáveres dicen que de las personas que hay enterraban, lo que si les puedo decir que todavía sienten, oyen y han visto vacas atravesar la autopista y desaparecer ante la vista del viajero que por hay transita. Muchas de estas apariciones han sido causantes de accidentes, pero ya nada se puede hacer para deshacer esta maldición, que tiene ya 189 años. Cuando de noche pases por el lugar, no te asombres con lo que oigas ó veas y no te detengas en el camino para que no caigas preso de dicha maldición.

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